Resumen
En su análisis post-hoc del Estudio de la Salud de la Mujer en todo el País (SWAN) [1], Woods et al. evaluaron la relación entre la masa corporal magra (MCM) y los síntomas vasomotores (SVM) en 2,533 mujeres de 42 a 52 años, según los datos de seguimiento de un período de 10 años. De forma transversal, la presencia de cualquier SVM (sofocos o sudores nocturnos) se asoció negativamente con la MCM basal (razón de probabilidades ajustada ORa, 0.93; intervalo de confianza del 95%, 0.87-0.99; p = 0.036). Longitudinalmente, se asociaron negativamente con el cambio porcentual en la MCM desde el basal (0.12 [0.04–0.33], p <0,001) y desde una visita anterior (0.17 [0.06–0.49], p <0.003), ajustado para la MCM concurrente. La probabilidad estimada de desarrollar SVM disminuyó significativamente a medida que aumentaba la MCM (del 71% en mujeres con índice de masa esquelética [IMS] de 4 a 37% en aquellas con IMS de 14). Estos resultados sugieren que mantener la masa muscular a través del entrenamiento de resistencia puede proteger contra el desarrollo de SVM en mujeres en transición a la menopausia.
Comentario
La sarcopenia, definida como una pérdida de masa y fuerza muscular relacionada con la edad, se asocia con un deterioro funcional (con limitaciones en el rendimiento de la movilidad, como caminar y subir escaleras) y discapacidad física (dificultad para realizar las actividades de la vida diaria) [2]. Se ha reportado que su prevalencia aumenta del 37% en las mujeres de 40 a 57% en las de 50, lo que sugiere un vínculo entre la menopausia y la patogenia de esta enfermedad [3]. Aunque la sarcopenia se considera uno de los problemas de salud más críticos en los ancianos, estudios recientes han revelado que la masa muscular también juega un papel importante en la mejora de la calidad de vida de las mujeres más jóvenes.
Berin y colaboradores asignaron a 65 mujeres suecas postmenopáusicas con SVM moderados a severos a entrenamiento de resistencia (por ejemplo, prensa de pecho, prensa de piernas, sentadillas y flexiones de piernas) o actividad física sin cambios. Después de 15 semanas, encontraron que hacer ejercicio tres veces por semana redujo significativamente la frecuencia de SVM (-43.6% versus -2.0%) [4]. Esto no está en concordancia con estudios previos que mostraron efectos nulos o modestos del ejercicio sobre los SVM, lo que podría explicarse por la diferencia entre el ejercicio aeróbico y el ejercicio de resistencia en términos de inducción de β-endorfina central; un conocido estabilizador de la termorregulación liberada durante el ejercicio. Se sabe que la concentración de este neuropéptido opioide disminuye en el líquido cefalorraquídeo después de la menopausia, lo que podría contribuir en parte a la patogénesis de los SVM del climaterio.
Woods et al, en su análisis reciente de los datos de SWAN, en el que se reclutaron más de 2,500 mujeres de mediana edad, demostraron que la presencia de cualquier SVM (sofocos o sudores nocturnos) se asoció negativamente, tanto transversal como longitudinalmente, con la mcm representado por el IMS medido con un analizador de impedancia bioeléctrica. Esto sugiere que las mujeres con mayor masa muscular tienen un menor riesgo de sufrir molestias por SVM, y aquellas que mantienen la masa muscular tienen menos probabilidades de desarrollar síntomas a medida que transitan a la menopausia [1]. Lo primero apoya el reciente hallazgo de Zhou et al. quienes indican que la masa magra del tronco se asocia negativamente con síntomas menopáusicos moderados a graves [5], y lo segundo fue reportado por primera vez en el presente artículo. Los autores especularon que la pérdida de masa muscular inducida por la deficiencia de estrógenos disminuye la protección contra el estrés oxidativo, lo que conduce al desarrollo de SVM.
El estudio comentado se suma a la literatura existente que ha demostrado el papel beneficioso del ejercicio, ya sea aeróbico o de resistencia, para el bienestar de las mujeres durante su mediana edad y más allá. Para corroborar el hallazgo actual, se necesita de estudios aleatorios controlados que evalúen los efectos del entrenamiento de resistencia sobre los SVM. Estos podrían ayudar a adquirir más información para determinar qué es más importante para reducir los síntomas, el ejercicio per se o el mantenimiento de la masa muscular.
Prof. Masakazu Terauchi,
Departamento de Salud de la Mujer
Universidad Médica y Dental de Tokio, Tokio, Japón
Referencias
- Woods R, Hess R, Biddington C, Federico M. Association of lean body mass to menopausal symptoms: The Study of Women’s Health Across the Nation. Womens Midlife Health. 2020;6:10.
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32944260/ - Messier V, Rabasa-Lhoret R, Barbat-Artigas S, Elisha B, Karelis AD, Aubertin-Leheudre M. Menopause and sarcopenia: A potential role for sex hormones. Maturitas. 2011;68(4):331-336.
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/21353405/ - Janssen I, Heymsfield SB, Ross R. Low relative skeletal muscle mass (sarcopenia) in older persons is associated with functional impairment and physical disability. J Am Geriatr Soc. 2002;50(5):889-896.
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/12028177/ - Berin E, Hammar M, Lindblom H, Lindh-Åstrand L, Rubér M, Spetz Holm AC. Resistance training for hot flushes in postmenopausal women: A randomised controlled trial. Maturitas. 2019;126:55-60.
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31239119/ - Zhou Y, Zheng Y, Li C, et al. Association of body composition with menopausal symptoms in (peri-)menopausal women. Climacteric. 2018;21(2):179-183.
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29390893/
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