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Resumen

Más de un tercio de las mujeres en los EEUU reportan una historia de violencia de pareja/género (VG) a lo largo de su vida. Aunque una revisión reciente encontró que la VG está relacionada con un sueño subjetivo deficiente, la mayoría de los estudios incluyeron mujeres en edad reproductiva y utilizaron medidas sub-óptimas de VG y/o insomnio. Recientemente, Goldstein et al. [1] examinaron la relación entre la VG a lo largo de la vida y el insomnio clínico actual en una muestra transversal de 232 mujeres de mediana edad (45 a 64 años, del Midlife Women Veterans Health Survey) que completaron una versión adaptada de la herramienta Extended-Hurt, Insult, Threaten, Scream para evaluar antecedentes a lo largo de la vida de VG (puntuación de umbral de detección y cualquier VG física, sexual y psicológica) y el Índice de Severidad del Insomnio (ISI) para evaluar el insomnio actual. Los autores descubrieron que, en los análisis multivariables, los antecedentes de violencia de pareja a lo largo de la vida se asociaban con una probabilidad entre el doble y el cuádruple de padecer insomnio clínico en la actualidad, incluida la violencia de pareja general (OR 3.24; intervalo de confianza del 95%, 1.57-6.69), la violencia de pareja física (OR 2.01; IC del 95%, 1.09-3.70), la violencia de pareja psicológica (OR 3.98; IC del 95%, 2.06-7.71) y la violencia sexual de pareja (OR 2.09; IC del 95%, 1.08-4.07). De acuerdo con esto, los investigadores concluyen que los antecedentes de VG a lo largo de la vida son frecuentes y pueden estar relacionados con el insomnio clínico durante la mediana edad; resultados que ponen de relieve la importancia de detectar la VG entre las mujeres de mediana edad y de reconocer el papel potencial que tenga esta exposición traumática sobre su salud.

Comentario

A pesar de la creciente importancia de la violencia de género (VG) sobre la salud general de las mujeres, existe una falta de literatura especializada que investigue apropiadamente cuáles son sus repercusiones a largo plazo, en especial qué problemas de salud se desarrollan durante la mediana edad y el periodo postmenopáusico. Se estima que, por cada mujer asesinada por VG más de 400 sufren algún grado de discapacidad grave; cifra que se eleva extensamente si consideráramos otras discapacidades menos graves o “calladas”, muchas de ellas de presentación clínica similar a los síntomas de la menopausia.

La VG se ha asociado con un aumento de riesgo para la salud a largo plazo, en aspectos múltiples que se extienden desde el dolor crónico de diferentes localizaciones a los trastornos sexuales y psicológicos graves. Asimismo, también se ha observado cómo se empeora la sintomatología menopáusica en las mujeres que han sufrido VG en cualquier momento de sus vidas [2]. Particularmente interesante son los datos referentes al insomnio, como muestra el artículo que comentamos. Este artículo es una prueba más de que las mujeres que han sufrido VG, y han alcanzado la menopausia, corren mayor riesgo de sufrir deterioro de su salud, no solo en cuanto a secuelas físicas o psicológicas, la mayoría también presentarán otras discapacidades menos graves, pero no menos molestas que debemos tener en cuenta cuando las atendemos [1]. Por otro lado, debemos añadir que las cuestiones sobre la VG son ocultadas por gran parte de las mujeres que la sufren y pocas veces se preguntan por sus médicos [3].

En el análisis multivariante de Goldstein et al. [1], el antecedente de VG a lo largo de la vida se asoció con un riesgo de dos a cuatro veces mayor de padecer actualmente insomnio, independientemente del tipo de VG sufrida. Como también podemos advertir, no fue necesaria la violencia física, y el insomnio empeoró con la VG psicológica (odds ratio, 3.98; IC del 95%, 2.06-7.71). Es plausible que las alteraciones del sueño obedezcan a problemas diferentes de las sudoraciones nocturnas, frecuentes en muchas mujeres durante la menopausia, pudiendo ser explicados por la variabilidad de la frecuencia cardiaca o porque se involucren perturbaciones del sistema nervioso simpático y del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal secundarias a la VG. Todavía desconocemos mucho de la neurobiología de los síntomas vasomotores y de sus manifestaciones nocturnas, pero lo que resulta relevante es que el antecedente de VG pueda condicionar la aparición o intensidad de estos síntomas aun habiendo pasado mucho tiempo.

En conclusión, debemos investigar los antecedentes de VG en nuestra rutina clínica cuando atendemos a las mujeres menopáusicas con insomnio u otra sintomatología menopáusica. Cualquier tipo de VG, en cualquier momento de la vida de una mujer, repercutirá negativamente sobre muchos aspectos de su salud en general, y de su salud postmenopáusica en particular.

Nicolás Mendoza, MD, PhD & Loreto Mendoza-Huertas, MD
Departamento de Obstetricia & Ginecología
Universidad de Granada, Granada, España

Referencias

  1. Goldstein LA, Jakubowski KP, Huang AJ, et al. Lifetime history of interpersonal partner violence is associated with insomnia among midlife women veterans. Menopause. 2023;30(4):370-375.
    https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/36753121/
  2. Mendoza-Huertas L, Garcia Jabalera I, Mendoza N. Effects of violence against women on health during menopause: a systematic review and metanalysis. Clin Exp Obstet Gynecol. 2021;48(6):1292–1299.
    https://www.imrpress.com/journal/CEOG/48/6/10.31083/j.ceog4806205
  3. Moraes SD, da Fonseca AM, Soares JM Jr, et al. Construction and validation of an instrument that breaks the silence: the impact of domestic and/or sexual violence on women’s health, as shown during climacterium. Menopause. 2012;19(1):16-22.
    https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/21926928/

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