Resumen
La histerectomía es la opción de tratamiento más común para las mujeres con miomas uterinos, ya que proporciona un alivio definitivo de los molestos síntomas asociados. Sin embargo, como todas las intervenciones quirúrgicas, se asocia con el riesgo de complicaciones, morbilidades a corto plazo y mortalidad. Aunque todos estos aspectos se han descrito anteriormente, la información relativa a los posibles riesgos a largo plazo de la histerectomía sólo está disponible recientemente. Teniendo esto en cuenta, recientemente, Madueke-Laveaux et al. [1] realizaron una revisión sistemática de la literatura para identificar los riesgos a largo plazo relacionados con las histerectomías realizadas por miomas uterinos con o sin ooforectomías, ya que los riesgos a corto plazo tanto de morbilidad como de mortalidad ya han sido ampliamente estudiados. Incluyeron en su revisión estudios publicados entre 2005 y diciembre de 2020 que evaluaban el impacto a largo plazo de la histerectomía por patología benigna en mujeres, identificando 29 estudios relevantes. La revisión de los artículos identificados mostró que la histerectomía, incluso con preservación ovárica, puede aumentar el riesgo de eventos cardiovasculares (muy fuertemente asociados al hipoestrogenismo), ciertos cánceres (por ejemplo, del tracto urinario), la necesidad de nuevas cirugías, y la insuficiencia ovárica prematura y la menopausia que conducen a secuelas a largo plazo como fracturas por fragilidad, deterioro cognitivo y deterioro de la calidad de vida en diferentes dominios. Además, cuando la histerectomía se realizó en mujeres más jóvenes (< 44 años) se encontró una tasa significativamente mayor de depresión después de 10 años de seguimiento en comparación con las mujeres menopáusicas de más de 50 años con menopausia establecida. Los autores señalan que es importante reconocer que los estudios disponibles examinan posibles asociaciones e hipótesis más que causalidad, por lo que los resultados deben tomarse con precaución.
Comentario
Se sabe que los miomas uterinos aumentan con la edad, alcanzando una incidencia acumulada del 70% en mujeres caucásicas de 50 años [2]. De ellos, al menos el 25% requiere un tratamiento específico, siendo la histerectomía la opción de manejo más indicada en todo el mundo [3]. A pesar de ello, existen otras alternativas terapéuticas como los procedimientos no quirúrgicos/mínimamente invasivos (es decir, la embolización de la arteria uterina con resonancia magnética, el ultrasonido focalizado guiado y la ablación por radiofrecuencia), o el tratamiento médico con menos riesgos a corto y largo plazo. La vía de abordaje quirúrgica para realizar una histerectomía ha sido ampliamente discutida en relación con sus indicaciones y ventajas (es decir, vaginal, abdominal, laparoscópica o asistida), aunque comparten las mismas complicaciones a largo plazo. Además, en la gran mayoría de ellas, se realiza una ooforectomía con fines profilácticos y se asocia a la idea infundada de que posteriormente podría ser necesaria una intervención quirúrgica por un riesgo de cáncer potencial. La realización de la ooforectomía expone a las pacientes a todos los efectos nocivos del hipoestrogenismo a largo plazo [4]. A pesar de ello, los estudios analizados por los autores parecen apuntar al hecho de que, aunque no se haya realizado una ovariectomía, parece haber una asociación entre la histerectomía y un mayor riesgo de menopausia prematura, fallo ovárico prematuro, fragilidad, osteoporosis u otros síntomas vasomotores. Hasta la fecha se desconoce si la histerectomía en sí misma o la condición subyacente que indica la histerectomía causó un fallo ovárico más temprano. No obstante, es importante hablar de estos riesgos con las pacientes antes de la cirugía, para que sean conscientes de ellos al considerar las opciones para el tratamiento de los miomas uterinos. En este sentido, debería evaluarse a las mujeres para que inicien tempranamente la terapia hormonal menopáusica con el fin de mejorar su calidad de vida y prevenir las enfermedades crónicas y los riesgos a largo plazo mencionados, más aún si se ha observado hipoestrogenismo después de una histerectomía por patología uterina benigna como los miomas, incluso en pacientes con preservación ovárica.
Finalmente, estamos de acuerdo con los autores en que es importante reconocer que los estudios disponibles examinan posibles asociaciones e hipótesis y no causalidad, por lo que los resultados deben tomarse con precaución y es necesario establecer estudios de mayor calidad para evaluar realmente las consecuencias a largo plazo de la histerectomía. Sin embargo, es valioso tener en cuenta estos hallazgos cuando se discutan los beneficios y los riesgos de todas las opciones de tratamiento de las pacientes con miomas uterinos para permitir que se realicen elecciones basadas en las preferencias en un proceso compartido de toma de decisiones. Esto es fundamental para garantizar que las pacientes reciban el tratamiento que mejor se adapte a sus necesidades individuales. La toma de decisiones debe tener en cuenta los posibles riesgos a largo plazo y no sólo las complicaciones clásicas a corto plazo de este tipo de cirugía.
Margot Acuña-San Martin, MD
Presidente de la Sociedad Chilena de Climaterio
Temuco, Chile |